NO
ETIQUETAS
A
veces asumimos la imaginaria responsabilidad de informar sobre las “etiquetas”
de las personas.
Quizá
pueda ser algo como: “es callada”, “es muy tosca”, “antisocial total”, “siempre
anda deprimida”, “presume su espiritualidad”, “es la más carnal del grupo”,
etc*
Las
etiquetas solo confirman algo, algo que “no somos”, sino lo que hacemos.
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“Es
callada”, solo designa que no habla, quizá hablaba antes, quizá no. Pero tiene
la capacidad de hablar y por algún motivo conocido o por conocer no lo hace.
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“Antisocial
total”, ha de ser muy sociable con alguien
por algún motivo o característica que no logramos reunir. Quizá esta
persona no la llame antisocial con el previo conocimiento de algún aspecto de
su vida.
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“Siempre
anda deprimida”, la tristeza es algo que nos invade en algún momento a todos.
La diferencia en el cristiano es que tiene la capacidad de equilibrarla con las
promesas de Cristo. Por alguna razón está deprimida, de repente puede ser más
grave de lo que pensamos, y antes de ponerle “etiqueta”, ¿no sería mejor acudir
en su ayuda?
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“Presume
su espiritualidad” o “es la más carnal del grupo”, la “normalidad” de los creyentes genuinos aspira
crecer espiritualmente con mucho entusiasmo, y cuando este entusiasmo empieza a
desbordar, se le pone la etiqueta de “presumido”. Y para no ser objeto de esta
etiqueta “arrogante”, otro asume la actitud “humilde” de vil pecador en
práctica…
¿Dónde empezó el
problema? En las ETIQUETAS
Lamentablemente
no todos estamos preparados para actuar independientemente de éstas, pero la
gran mayoría de adolescentes se aferran a éstas como si su vida dependiera de
ellas.
Sea
o no tu caso, es muy importante lo que crees acerca de ti mismo e igual de
importante lo que haces creer a otros acerca de ellos.
Referencia bíblica:
La regla de oro y el buen samaritano*