Cuando encuentro
a alguien que es hábil en una determinada área (Biblia, arte, comunicación, números)
me limito a preguntar. J
No es que no
tenga ‘sentido crítico’ o que acepte todo lo que dicen, solo que saben más que
yo. Al preguntar se aprende y pues, darles alguna recomendación no está de más
para alguien que está seguro de su habilidad (de lo contrario pensarían que
trato de aguarles la fiesta).
Del mismo
modo sucede con expertos en leyes, ingenieros, arquitectos, y más. No es que
nuestras ‘recomendaciones’ no sirvan, solo que ellos saben cómo hacer su trabajo,
y lo hacen bien porque aquí los expertos son ellos y no nosotros. ;)
“Luego dijo Dios:
Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
E hizo Dios la expansión, y separó las
aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la
expansión. Y fue así” (Gn 1:6-7).
Dios en toda
su autoridad y sabiduría define que lo que dice, así sea.
En toda su
autoridad nos dice que lo obedezcamos y en toda su sabiduría nos dice que solo
así nos irá bien.
En toda su autoridad
nos dice que honremos a nuestros padres y en toda su sabiduría nos dice que eso
es justo.
En toda su
autoridad nos dice que guardemos nuestro corazón y en toda su sabiduría nos
dice que de él mana (brota) la vida.
Se me viene
un verso a la mente: “Porque ¿quién entendió la mente del Señor?
¿O quién fue su consejero?”
Son innumerables las veces que no he entendido el porqué del
Señor, o que he cuestionado su proceder.
Pero estoy segura de algo ahora: Aquí Él Experto es ÉL*
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