CUANDO FALTAN LAS PALABRAS
“…
y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande”.
(Job 2:13)
Al enterarse del
mal de Job, tres amigos suyos: Elifaz, Bildad y Zofar, vienen cada uno de su
lugar (Temán, Edom; Shuhu, Éufrates medio y Naama, probablemente país de Arabia,
respectivamente) para condolerse con él y para consolarle (v.11).
Los cuales, viendo
a Job y la desgracia suya, lloraron a gritos y rasgaron sus
mantos en señal de duelo. Así se sentaron
con él siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra porque veían que
el dolor era muy grande (v.13).
¿QUÉ DECIR CUANDO NO SABES QUE HACER?
Nada. No agravar el
dolor (como la esposa de Job).
En estos casos, el
silencio es el mejor consuelo.
¿QUÉ HACER CUANDO NO SABES QUE DECIR?
Esperar. Los amigos
de Job esperaron siete días y siete noches.
En estos casos, condolerse
implica la compañía incondicional.
Quizá
no nos toque hacer el papel de Job, pero sí el de sus amigos. Dios nos dé
sabiduría y discernimiento suficientes para condolerse y consolar al hermano herido.
No es un mero acto de cortesía, sino la actitud
de un corazón compasivo, un sentir divino.
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